No sabía como lo hacía, pero sus ojos no se movían con su mirada. A veces no volvía sus ojos hacia mí, pero yo presentía que me estaba mirando. Con una de esas miradas que queman tu cuerpo, que inundan tus pensamientos, así.
Busqué entre sus ojos alguna señal, algo que me dijera por qué no apartaba su mirada de mí, pero no la encontré. Solo vi mi reflejo en sus ojos, lo que me hizo dar un respingo. No sé por qué, pero noté que él se dio cuenta. Me sentía incomoda en estas circunstancias en las que pareces el centro del mundo.
Pero… él seguía sin mover la mirada. Era como una estatua, con esos ojos casi opacos en los que me reflejaba.
Su mirada era tan profunda, tan intensa, como un océano sin fondo, oscuro, donde cae una tormenta y el oleaje esta revuelto.
No apartaba aquella mirada de mí. Entonces, en un instante casi muerto, me levante para depositar mi almuerzo en la barra, y disimuladamente mire hacia atrás, pero él, ya había desaparecido.
Este microrelato estará incluido en el libro VIII Muestra Provincial de Narrativa desde el Aula que será editado por la Diputación de Córdoba.